Hace 4.600 millones de que la tierra da vueltas alrededor del sol y nuestro antepasado más cercano, el Homo Sapiens, apareció hace 300.000 años.
No fue hasta la invención de la escritura, hace 5.200 años, cuando se puede decir que nació la Historia de la Humanidad.
El último siglo, por tanto, es solo un pestañeo en la historia de la Tierra y, sin embargo, es el periodo donde más estragos se ha causado al medio ambiente.
A mediados del siglo XX, el ser humano vivía embelesado por su capacidad de creación y la II Guerra Mundial fue el punto álgido en el que toda la maquinaria consumista que ha llegado hasta nuestros días se puso en marcha.
El plástico llegó a nuestras vidas con la promesa de un mayor desarrollo. Su ligereza y versatilidad hicieron que la comida envasada fuera una realidad, que los transportes fueran más ligeros y potentes, que se pudieran desarrollar componentes para lavadoras, ordenadores, ropa barata, botellas de detergente…
Nuestra vida sin el plástico no sería la que hoy es.
La contaminación del plástico
Pero ¿qué pasa con ese plástico después de tirarlo a la basura? Hasta hace poco nadie se lo había preguntado. Y este versátil polímero esconde una tragedia detrás.
Porque el plástico es un derivado del petróleo que tarda hasta 600 años en degradarse. De manera que cada uno de los plásticos que hemos tocado en nuestra vida, desde el primer sonajero hasta la última botella de agua, sigue en nuestro planeta, fracturándose y convirtiéndose en microplásticos tóxicos que afectan a la vida marina de formas que estamos comenzando a atisbar.
Y lejos de disminuir, el problema va en aumento.
Greenpeace calcula que en 2020 se habrán producido 350 millones de toneladas de plástico, un 900% más que en 1980. De todos esos plásticos producidos, una muy pequeña parte se recicla y otra se desecha, ya que son aleaciones de plásticos que no pueden ser reciclados.
Cada año, los océanos de nuestro continente recogen entre 150.000 y 500.000 toneladas de plásticos. Si tenemos en cuenta que una botella de plástico tarda en deshacerse 450 años, detener este ritmo de producción y consumo de plásticos año tras año se torna una
imperiosa necesidad.
Y no solo eso. A la larga durabilidad de los plásticos se le une su toxicidad. La clásica clasificación de los plásticos solo sirve para saber el polímero principal, así como su posible (o imposible) reciclado.
Sin embargo, cada uno de los plásticos que usamos puede llevar decenas de aditivos, muchos de ellos disruptores endocrinos, para otorgarle determinadas características como antiamarilleadores, ablandadores, antifúngicos, espumantes, lubricantes, etc
Hoy sabemos que el plástico no se recicla tanto como nos habían contado. De hecho, un informe de Greenpeace de 2019 subraya que de todos los envases que consumimos en España casi el 80% de ellos termina en vertederos, incinerados o lanzados al medio ambiente. Y de estos el 40% son plásticos de un solo uso.
A nivel mundial la preocupación por los plásticos sólo es parangonable a la ausencia de soluciones para terminar, por ejemplo, con el llamado Séptimo Continente, una isla de plásticos situada en medio del Océano Pacífico, entre Hawaii y California, de 1,6 millones de
kilómetros cuadrados, es decir, con unas dimensiones iguales a España, Francia y Alemania juntas.
Ante estas abrumadoras cifras, frente a la inactividad de los gobiernos, los ciudadanos han creado a nivel global el movimiento Zero Waste para reducir nuestra huella en el planeta.
Propósitos del movimiento Zero Waste
El Zero Waste no sólo persigue una erradicación de los plásticos de un solo uso como films de cocina, bastones de los oídos o cubiertos de plástico a través de políticas medioambientales más estrictas en todo el mundo, sino que busca una solución global al uso indiscriminado de plástico, empleando materias nobles como metal, madera, tela o mimbre para nuestros objetos cotidianos desde coladores de cocina a estropajos, pasando por cepillos de dientes, escobas, cestos para la ropa…
Y no sólo eso. El movimiento Zero Waste propone un modelo de consumo radicalmente diferente al actual, más basado en las cinco R (reducir, reutilizar, reciclar, recuperar, reparar), que en el consumo de productos nuevos bajo la óptica de la sostenibilidad.
Productos Zero Waste de La Rueda Natural
En La Rueda Natural nos tomamos muy en serio esas 5R y, por ello, buscamos de forma incansable nuevas formas de aplicar estas 5R en nuestra empresa y en nuestra vida diaria.
Y nos sentimos particularmente orgullosas de haber dado con una gama de productos elaborados con bambú de altísima calidad, 100% veganos, 100% sin plástico, Zero Waste, sin tóxicos, certificados y 100% vegetales.
Y entre estos productos se encuentra el primer cepillo de dientes 100% vegetal. Como lo lees. Caja de cartón certificada FSC, biodegradable y compostable, cepillo de dientes con mango 100% de madera de bambú mosso, sin resinas epoxi ni tintas de ningún tipo, y cerdas 100% vegetales elaboradas con aceite de ricino.
Y como todos nuestros productos BioBambú están elaborados con materias primas naturales sin plásticos de ningún tipo, ni en las colas de las cajas, ni en las tintas, ni en la madera, ni en las hebras de nuestros hilos dentales… tras su vida útil, simplemente, pasarán a formar parte de la naturaleza de la que vienen sin contaminarla.
Eso es para nosotras el Zero Waste. La posibilidad de que la naturaleza gestione de forma integral un producto de tal forma que la huella humana desaparezca por completo.
Y nuestros productos BioBambú son así. Porque hemos dejado de mirar lo que otros hacen mal para mirar cómo podemos solucionar los problemas que se nos plantean.
Cada uno de nosotros puede tomar dos posiciones en la vida. Encogerse de hombros y preguntarse qué puede hacer una sola persona para cambiar el mundo o asumir nuestra parte del problema y pasar a ser parte de la solución.
Podríamos decir que esta segunda forma te da más responsabilidad y es más difícil de llevar a cabo. Pero es todo lo contrario. Cuando tomas el mando de tu vida y tomas las riendas, tú decides lo que consumes, lo que compras y cómo lo gestionas con toda la información en la mano.
A eso le llamamos libertad.
Si no quieres contribuir a hacer más grande ese séptimo continente.
Si no quieres que tus hijos hereden un mar de plásticos, pásate al movimiento Zero Waste de BioBambú.
“Puede que nunca consigamos el cero en Zero Waste, pero esa no es razón para hacer CERO acciones”